Welcome (you're never gonna die)

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Ayer, a medianoche, robé una bombilla de la despensa. Me había destrozado una rodilla al entrar en el baño por enésima vez sin luz, tuve que rendirme y apagar la vela...y llevarla a la despensa para no tropezarme al buscar el pan rallado. Soluciones de mierda para noches perfectas.
Sentí un poco de pena, ducharse con una vela a través de las gotas del cristal era muy magnético. Sobre todo si te la pela que el magnetismo de la música pase de tu habitación a todo el vecindario. Y, a mi, me la pelaba.

Wish you were here.
Todavía recuerdo la primera vez que escuché Welcome to the machine, era verano (eso creo, porque antes los límites de los veranos eran algo difusos) y fue en la pequeña habitación de Combray (o de Hendaya)... la que tenía el papel verde de las paredes desgarrado, cosa que aprovechaba para esconder monedas y fotos bajo amenaza de castigo infinito a caminar calzado por las aceras. Y en donde la repisa en la ventana tenía escamas de pintura blanca para mirar el faro ir y venir durante horas.


Me quedé de piedra.
Nunca habá escuchado nada igual.


En aquella habitación mi tío amacenaba sus discos viejos, algún tiempo después encontré un viejo tocadiscos junto a algunos de los Zeppelin. Ahí empezó todo, y la bombilla se balanceaba en el techo, y se fundía cada dos por tres, lo que pasa es que era pequeño para tener una vela, o eso decía mi abuela (que roncaba justo debajo de mi habitación y que, probablemente, estaba pensando en ponerla en la despensa). El estallido de las bombillas allí es suave, húmedo, perfecto para cualquier canción de este disco.

También recuerdo la última vez que escuché ese sonido aterrizaje forzoso y de puerta interestelar, estaba con Spin perdidos en una autopista... y tampoco olvidaré que fue lo primero que me puse cuando desembalé los Roland. Y que en mi agenda está pensado que todo lo de dentro queme lo de fuera, como la portada, como ese fuego que quema el papel.
Y es que es como si te helaras por dentro y te quemaras por fuera.
Y es que hay, quizá, mejores portadas de Pink Floyd, pero pocos discos con semejantes escalofríos, burbujas y recuerdos.

Hoy, después de dormirme con Have a Cigar, ensangrentado y con un dedo roto, tranquilo y plácido, he llegado al edificio siniestro envuelto en niebla, atontado y dolorido.
Y en el asiento de mi coche había un edredón de un millón de euros, y una bufanda.

"You're gonna go far,
You're gonna fly high,
You're never gonna die,
You're gonna make it, if you try..."

1 comentario:

Espín dijo...

Halagado por que recuerdes las veces que la hemos escuchado juntos... esos sonidos interestelares, esa presión en las meninges al final de la canción cuando parece que vamos a despegar o quizás que todo va a saltar por los aires de una puta vez.
De todos modos, del disco me quedo con otra frase. ¿Por qué le pasó a Syd Barret lo que le pasó?: You reached for the secret to soon...