Tarde para arrepentirse (ó la 1:58)

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Hay veces que, de noche, la luz se deforma y se extiende, se alarga, se mueve. Cuando tenía catorce años y una noche me pasó esto pensé que necesitaba unas gafas, efectivamente... así fue. Mi madre me miraba con cara de trabajo mal hecho.
Más cristales.

Hay veces que es demasiado tarde para pararlo.

En este concierto al león le pasó lo mismo, las luces se convertían en aspas, en puntos y en rayas que giraban. No sé si porque era fácil que se te humedecieran los ojos (entonces la cosa cambia) o porque el fotógrafo eligió erróneamente las lentes. Quizá no sea por nada y sólamente sean los años. No lo sé.

No hace falta saberlo, con intuir que algo pasa es suficiente.

Nadie limpió ventanas ese año, nadie se había dado cuenta de que también las ventanas son cristales y que lo que vemos depende de ellas. Sencillo pero vital. Y eso que en Belfast llovió como nunca en el verano del 73, y los cristales se llenaron de luces de colores, se llenaron de voz ahogada de whisky, de ceniza, de gritos, de mística perdida, de gargantas destrozadas. David bowie jugaba con Ziggy al otro lado del charco y Page mordía las cuerdas en el Jardín de Madison, donde las estrellas jugaban a las luces doradas y creyeron ser lo que eran.

Y entonces aparece la niebla anclada en el asfalto esta mañana, una mañana con el cerebro empastado. Estaba aturdido porque alguien quiere mancillar la imagen de Atatürk, o porque esta noche he dado cienmil vueltas en la cama, o porque había algo que me faltaba (¿una tormenta?)... la niebla tirada en el suelo porque ella tampoco podía levantarse.
Y un coche en la puerta se subía las solapas del abrigo, solapas rusas, y justo detrás una nube de vapor, y la rejilla de una alcantarilla, y la ciudad invadida, y la misma carretera, y la puerta de embarque vacía en el punto en que los amaneceres cobran sentido, y el sentido a todo en el número 83.
Ellos habían prometido no separarse nunca, el sentido y los amaneceres, digo.

Y en la espera silenciosa aparece "Here comes the night". Empieza tímida, ella, la misma noche que vuelve con los vaqueros, la chaqueta y la camisa, la misma de ayer pero viniendo de nuevo. Todo para que se ponga a llover de pronto, seguro que Morrison está aclarando la voz, y el limpiaparabrisas es un místico, un místico entre el escalofrío y el placer.

Y es que esta imagen es una voz, y esa voz es un submundo, y ese submundo es una época, y esa época da sentido, y ese sentido es la voz. Y entonces no es fácil saber donde empieza una cosa y donde acaba la anterior.

Lo que está claro es que solo podía ser así.
Y que es tarde para pararlo...

"And when that fog horn blows
I will be coming home.
And when that fog horn blows
I want to hear itI dont have to fear it,
I want to rock your gipsy soul
Just like way back in the days of old
Then magnificently we will float into the mystic..."

2 comentarios:

emiliano dijo...

Es que a las dos de la mañana se escribe, o se escucha, o se vive... muy bien o muy mal, mejor o peor, pero si es a las dos de la mañana...

Espín dijo...

Ufff... Tarde para pararlo.